La detección del Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) durante los primeros años de vida representa actualmente uno de los mayores desafíos para los profesionales especializados en los Trastornos del Neurodesarrollo. Esto se debe a que diversas investigaciones sugieren que una intervención temprana en el TEA se relaciona con un mejor pronóstico a largo plazo, demostrando que son los niños que reciben una atención oportuna quienes tienen más probabilidades de alcanzar un mayor nivel de desarrollo en habilidades que frecuentemente se ven afectadas en esta condición.
El presente artículo tiene como objetivo informar a padres de familia,docentes y población en general sobre las características más relevantes relacionadas con el TEA y dar a conocer cuáles son sus primeros síntomas.
Aunque las dificultades que presentan las personas con TEA pueden estar presentes desde edades muy tempranas, se hacen más evidentes alrededor del año de vida y aparecen antes de los 3 años de edad. Algunas de ellas son: escasa respuesta al nombre, déficits en la comunicación verbal y no verbal, menor capacidad imitativa, conducta repetitiva y alteraciones de la respuesta sensorial. Algunos ejemplos de estas alteraciones que podemos encontrar en los niños con TEA son:
- Mostrar escasa respuesta cuando lo llaman por su nombre; sin embargo, en otras situaciones parecería que escucha perfectamente.
- Poco interés en mirar el rostro de otras personas, o poca curiosidad por observar lo que otras personas observan.
- No dirigir su mirada en dirección donde se les señala.
- No utilizar su dedo índice para señalar algún objeto de su interés; por ejemplo, un avión que está volando.
- Escasa o nula utilización de gestos para comunicarse antes de que el niño aprenda a hablar; por ejemplo, no saludar agitando su mano, mandar besos, chocarla, decir “si” moviendo su cabeza, etc.
- Presentar retraso en el desarrollo del lenguaje, sin mostrar intentos de compensar esta dificultad a través de gestos, señas y sonidos para darse a entender.
-No mostrar tendencia por compartir intereses; por ejemplo, ausencia de conductas como llevar y mostrar algún juguete u objeto que haya llamado su atención, o buscar que sus padres lo observen mientras se encuentra jugando o realizando alguna actividad.
- Menor manifestación de conductas imitativas espontáneas, incluyendo imitación de expresiones faciales, imitación motora (p. ej. imitación de movimientos con la cabeza y las manos) e imitación de los sonidos del habla.
- Conductas estereotipadas, que son comportamientos que se presentan repetidamente de forma similar y no tienen un fin determinado; por ejemplo, aleteo con los brazos, caminar en punta de pies, movimientos de la cabeza; conductas que pueden presentarse especialmente cuando el niño se encuentra feliz o entusiasmado.
- Intereses atípicos, rígidos y restrictivos sobre la cantidad de objetos y actividades que llaman su atención; por ejemplo, la tendencia e interés perseverante que muestran algunos niños por apilar, alinear y girar objetos; o por áreas de interés como dinosaurios, geografía, astronomía; etc.
- Reacción extraña o atípica a la forma en que algunas cosas suenan, se ven, se sienten, saben o huelen; por ejemplo, a algunos niños parecen disgustarles ciertos sonidos que para otros pasan desapercibidos, otros presentan una tendencia a observar durante tiempos prolongados objetos en movimiento o que emiten luces, mientras que otros pueden mostrarse hipersensibles a ciertas texturas de la ropa, o disgustarles las etiquetas.
Es importante subrayar que la presencia de alguna de estas conductas de manera aislada no puede predecir con fiabilidad que algún niño presenta el TEA; no obstante, se debe de considerar consultar con un especialista cuando existen varias señales de alarma.
JONNATAN B. HERNÁNDEZ
Neuropsicólogo Clínico
Licenciatura en Psicología
Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL)
Maestría en Neuropsicología Clínica
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
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